jueves, diciembre 20, 2007

Okupación... en la lucha por el espacio

"Kasa para kien la okupe,
tierra para kien la trabaje"
(Rallado al interior de "El Chirimoyo", okupa y centro cultural de la Serena)


Para quien sepa algo sobre el tema, sabrá que la okupación consiste básicamente en tomar casas abandonadas para limpiarlas, arreglarlas y remodelarlas, transformándolas en un nuevo hogar. Este accionar es ya bastante positivo si consideramos que gran parte de estas viviendas en desusó suelen ser nidos de ratas y drogadictos. Sin embargo la okupación debe considerarse también como un movimiento social no institucional de asociacionismo y participación política, con un carácter radical, transformador y revolucionario, que piensa que la tierra es de todos y que ponerle valor es inhumano. Es por ello que catalogar a estos grupos como mera "tribu urbana", no es más que una estrategia destinada a reducir su potencial emancipador.

Ya todos sabemos que son las grandes empresas transnacionales las que no sólo diseñan las estrategias económicas de entes como el banco mundial y de los gobiernos neoliberales, sino también la "forma" de las ciudades. Esto se nota cuando nos percatamos de la presencia de capitales financieros transnacionales en procesos de inversión especulativa en sectores "seguros", alterando precios y manteniendo un modelo de segregación urbana y de periferias obreras sin capacidad de acceso a espacios colectivos céntricos. Esta situación se traduce en una continuidad entre la crisis de la vivienda y su manifestación particular en los centros urbanos que más intensamente están viviendo la terciarización y especialización cultural. Es decir, la política de vivienda social destinada a las clases populares, ha sido en realidad una estrategia de expulsar a la periferia urbana a colectivos con una marginalización crónica y con un alto potencial de conflictividad social visible (sólo es visible lo que sale en los mass media y lo que se ve en el centro urbano). De este modo, el centro será desde ahora, sede de oficinas, instituciones públicas, locales de comercio suntuario y actividades de ocio, recreación y consumo cultural, predominando sobre las funciones residenciales, productivas, de comercio básico, actividades asociativas y espacios abiertos y verdes que configuraban una mayor plurifuncionalidad de espacios, actividades y colectivos sociales. La cosa se pone fea, pues en vez de tener una planificación urbana que responda a un criterio de justicia social, se tiene una exclusión social de las clases sin capital cultural para participar del espectáculo y en la depreciación real de la ecología urbana, mientras los medios de control policial y de control comunicativo del espacio, se encargan de mantener "al margen" los comportamientos de "desviados" que puedan afectar la imagen publicitaria, turística y distinguida de la ciudad, que quieren conseguir las elites dirigentes, para así competir con otras en cuanto a eventos culturales, deportivos, comerciales o científicos, que lubriquen el sector de servicios con alto valor añadido, y por ende orientado a una clase de consumidores muy solventes.

Frente a estas "justificaciones estructurales" ¿Acaso no es válido que nazcan alternativas sociales y políticas no institucionales que actúen como puerta de escape? Entre estas alternativas se encuentran los okupas. Después de todo si hay algo que en ellos se practica es precisamente la autogestión, la cual consiste en suprimir las relaciones burocráticas del poder, para así lograr hacer de los individuos, seres políticos autónomos. ¿No es acaso este un ejemplo claro de que si se llevan a cabo las prácticas debidas se puede llegar a salir de la llamada "Jaula de hierro" con la que Max Weber hueiaba tanto? En efecto, estos movimientos sociales no sólo poseen una orientación emancipatoria, sino también un proyecto emancipatorio basado en la reapropiación de espacios colectivos y su posterior autogestión, libre de instituciones estatales y económicas, a la vez que practican una organización descentralizada y antijerárquica en su interior. No se trata de una simple lucha en contra de la especulación inmobiliaria. "El derecho a la vivienda es sólo una excusa. Okupar es una forma de pensar y actuar ante las cosas. Okupar es no estar de acuerdo con el sistema, denunciar los abusos del poder y plantear una alternativa ante lo que no te gusta. Okupar es decir no a un capitalismo que excluye al que no baila al son de su música, no querer trabajar para vivir y vivir para trabajar, no querer hipotecar toda una vida para poder decir que esto es mío. Okupar es decir no a las autoridades, decir no a las jerarquías, decir vale por lo que eres y no por lo que tienes. Okupar es plantar cara a los que creen que está todo controlado. Okupar es querer y necesitar espacios libres donde crecer, realizarse y crear" (Miranda, 1996).

No faltará quien le reste mérito a este movimiento por el hecho de no actuar dentro de la legalidad. Sin embargo, a mi parecer es en este "defecto" en donde radica la mayor fuerza y fiabilidad del movimiento. Para quien conozca la facilidad con la que el llamado "estado de derecho" suele convertirse en un "estado de privilegio", le será fácil entenderme. Díganme ¿Qué oportunidad de participación social ha dado la legalidad? A simple vista yo diría que ninguna. El gobierno actual, a pesar de vociferar ser un gobierno "ciudadano", posee niveles de movilidad social que son para la risa. Esto debido a que en la práctica real no hace otra cosa que asegurarnos que los problemas se resuelven mejor a través de organismos técnicos competentes, conformados por "especialistas" de la misma máquina estatal. Lo penoso de tales medidas es que la "inclusión democrática" de los actores, se restringe sólo a su credencial de "beneficiarios" de las políticas sociales que nos brinda el supuesto estado legítimo y eficiente, con lo cual se deja de lado toda participación política real y significativa. Y ni hablar de los resultados conseguidos por dicho grupo de especialistas(tomesé como ejemplo lo que pasó con la educación). Es por ello que la contracultura okupa tiene verdadero peso, pues posee una orientación tanto hacia el poder político de base, como hacia la identidad expresiva de realizarse libremente, promoviendo códigos populares, no comerciales y críticos de la sociedad actual. La okupación hace de tu vida la militancia, en una lucha inmediata que sabe que el único futuro válido es el inmediato y por el cual vale la pena luchar aquí y ahora.

Saludos.